La luna me gusta mirar,
a través de la ventana es lo único sin cambiar.
Por ella, de noche me vuelvo a activar,
de día me apago, ni al balcón caminar.
Las alergias me ahogan,
salgo afuera y el estrés de los demás
se me empieza a pegar.
El metro,
por regla es mejor evitar.
Realmente, algo bueno podría pensar;
me deprimo a tal punto
que me di tiempo de mis textos ordenar,
al fin me motivé a publicar.
Esta ciudad, tan grande, tan llena,
tan activa y cansada.
Me repele tanto como la bestia del mar,
abro los ojos a diario, porque la asfixia me podría matar.
El sol en verano
es imposible que me dañe aún más.
Estando fuera sólo extraño a mis gatos,
aunque puede ser que esté puro dramatizando,
sin embargo, solo queda decir
que no nací para Santiago.
Este texto lo he escrito como tarea en un taller recientemente, quise compartirlo con ustedes, espero opiniones. 😉