soy lo que vivo, sueño y escribo
“Es una herejía ser autor de fantasía y no usar un seudónimo”. Sasami Hanatsuki, es el apodo que usa para hacer famosas sus historias. El nombre le gustó por las derivaciones que podrían salir de él (Sasa, Sami, Sa, etc.), y el apellido viene de dos cosas que le gustan mucho; flor y luna (Hana to Tsuki). Además, según ella le da un toque mágico.
Por Camila Castro Galleguillos
Una noche cálida de otoño tuvo un sueño muy especial, al que más adelante le daría un significado. En la visión estaba en su dormitorio, tal cual la había dejado antes de dormir, la diferencia era que había alguien más. A los pies de su cama había una presencia oscura y grande, que emanaba algo de brillo. No se podía mover y estaba asustada, pero él se acercó, tocó su frente y le susurró “tranquila, tranquila…todo estará bien”, entonces despertó y estaba sola de nuevo.
32 años de historias, escrituras, fantasías y sueños, han transformado a Sasami Hanatsuki en una mujer de mirada y sonrisa dulce. De la misma manera se podría describir su semblante, el que la hace destacar de los demás.
El hogar que comparte con su bebé de 10 meses es igual de cálido que ella. Está decorado de manera sutil, pero divertida, con muñecas pintorescas, imágenes familiares y muebles pequeños, que le da un toque acogedor y entretenido, tal cual es su personalidad.
Cuando tenía 12 años, se pasaba las tardes divirtiéndose con un juego de roles que creó junto a una amiga, entre risas y sus mejillas sonrojadas, contó que ambas se hacían pasar por los personajes. Inventaron un montón de historias, todos los días había un mundo nuevo que interpretar y un papel nuevo que representar y, cuando terminaban, llegaba a su casa y transcribía todo lo que habían creado en el computador de escritorio que su madre compró, una mujer dedicada a la educación, el lenguaje y la historia.
Es una mujer elegante, con mirada amorosa y rostro amable, cualidades que heredó a su hija, pero que emana un carácter fuerte, característico de una educadora. De ella también adquirió la pasión por las letras y la escritura.
Desde muy pequeña experimentó trastornos al dormir: parálisis del sueño y desdoblaciones. Lo que la llevaron a ser una creyente de lo onírico, los mundos paralelos y las reencarnaciones. Cuando comenzó a hablar de esta parte de su intimidad, su expresión facial, que hasta ahora había sido amigable, se trasformó en una combinación de intriga, algo de miedo y fascinación.
“No tengo la suficiente fuerza mental sobre mi “don”.
Despierto en mundos paralelos, en cuerpos que no son el mío o en lugares y épocas que jamás he conocido. No controlo lo que veo al dormir”. Cuenta que se acuesta con ansías y curiosidad por descubrir lo que verá. De aquellas visiones surgieron sus historias y por ende, sus primeras publicaciones; Misión en el Planeta Yugot y Ocaso de un reino.
En sus ojos apareció un brillo peculiar, su sonrisa, que en todo momento había estado presente, se hizo más grande. Su rostro se llenó de luz, se acomodó en su silla preferida, de cuero negro y acolchada -la que su padrino le regaló pensando en que estuviera cómoda al escribrir- y comenzó a contar la historia del porqué TIENE que dedicarse a escribir:
Un día frío y gris del invierno del 2015, viajó hasta Santiago, desde su casa en San Antonio, para que una señora, que había contactado por un canal de confianza, le leyera la carta astral. La cita era a las 9 am, en el departamento que Miriam compartía con su mascota, un perro tan blanco como la nieve. A pesar de que llegó puntual, la mujer no la dejó entrar, ya que según ella “había entrado un visitante y debía tener su autorización”.
Al entrar al lugar, un espacio muy amplio para dos seres, la invadió un olor a flores e incienso, Miriam la hizo pasar a una habitación que tenía una cama, una mesa y dos sillas. Una gran ventana iluminaba las paredes con los primeros rayos de luz del sol. “Me dijo que un hombre, grande, había aparecido en su consulta, entonces tuvo que hablar con él.”
Ahora asume que es su protector, ya que las características que tenía no eran similares a ningún familiar suyo que haya muerto. Con aún más entusiasmo continuó, «él le pidió que me dijera “escribe, escribe todo lo que estás viviendo” y guardó silencio nuevamente, hasta el día de hoy no sé nada más».
Esa frase fue la que la impulsó a dedicarse con fuerza a lo que es ahora, una escritora, comprendió que aquello no fue una casualidad, que debía estar en ese momento y lugar, y como dice ella, que sus sueños tienen un motivo: compartirlos. Es por eso que desde ese momento ha trabajado con esfuerzo y dedicación en narrar sus mundos y personajes.
Se levantó de su silla, abandonó la cómoda sala en la que estábamos y cuando regresó, tenía un archivador celeste, con dibujos en su tapa, era robusto y de tapa dura, lleno de hojas, clips, notas y rayones. “Acá escribo todo lo que necesito recordar de mis libros, dedicarme a esto es mi vida, no podría ser feliz de otra manera”.