¿Dónde queda la magía del amor?
¿La inocencia de los niños?
¿El valor de un abrazo?
El viento entre las hojas de los árboles
me llevan a mi niñez, a los juegos del ayer,
donde la imaginación era mayor al papel
y el viento cálido de verano acariciando mi piel…
(Edición Daiana Estefania 22l)
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La intolerancia no se aguanta,
la gente no se calla
cuando dices algo que suena diferente,
aunque solo esté
un centimetro al lado.
El mundo en que vivimos,
es hipersensible,
extra-dominante,
y cruel emisario.
Caminar con cuidado
es lo que hacen
quienes piensan distinto
y sobresalen.
Porque en estos días
son atrincherados,
por esas masas que se suman
al que habla más fuerte.
Le siguen y le imitan,
y si aquel no lo hace
será juzgado, por caminar
un centimetro al lado.
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Odio esta vida como nadie,
moriría hoy, sin remordimientos.
Se acaba la luz y mis energías;
tu distancia… me abruma.
Detesto este mundo ajeno a mi,
tan oscuro, tan abstracto…
Todos usan un lenguaje extraño.
El viento en mi rostro,
sería agradable.
La luna en mi piel,
sería brillante.
La melodía de la noche,
es una tentadora imagen.
¡Dame una esperanza!
¡Dame un mensaje!
Muéstrame una pista, jamás vista antes.
Una luz verde,
al menos al costado de un puente;
deja que una vez más, te sueñe.
Odio esta vida
como cualquiera que ha llorado,
odio este mundo que no entiende
lo que es extrañar a alguien
que jamás viste antes.
Ya no sé dónde buscar,
me comienzo a desesperar.
si no puedo soñarte más,
y despierta no te he de encontrar…
Quisiera -al menos- poderte nombrar;
porque sin tu presencia
mi vida no brilla más.
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Esta noche es testigo,
de como en la oscuridad me he rendido,
dejando mi cuerpo caer en tal vacío.
Abandonando los esfuerzos
dejo mi mano abierta,
que sin tomar observas
y a pesar de ello me llamas
dando siempre la espalda.
Entre luna y penumbra
esta alma se derrumba…
Mi hablar es un susurro
que a tu oído nunca llega
y mi mano no la sientes
ya que lejos de mi te encuentras.
Invisible me siento ante todo momento,
invisible por el tormento que
en mi corazón encierro.
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Un cálido abrazo sin caricias, un dulce beso sin rimas.
De tus manos me resbalo,
mis fuerzas y entereza son de material blando.
Un paso firme y tres angustias,
alzo la mano buscando ayuda.
¿Qué culpa tiene la ignorancia?
¿Cómo sabrías de mis fallas?
Una flor brota en el campo de mis metas,
junto a la ansiedad y
el temor que la zona del estomago apresan.
Agradezco la suerte, de tenerte
cada tarde que los temblores vuelven.
Aferrándome doy un beso al cielo
y los pies con adhesivo pego al suelo.
Tus cálidas manos desconocen lo partido de mi piel
y tus dulces labios
la inseguridad que se esconde en mi ser.
Probablemente te decepcioné
al tan fácil en el pesar caer.
No tiene culpa tiene la ignorancia.
¿Cómo sabrías tú de mis fallas?
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En este minuto renuncio a ti,
me desprendo de las amarras
y huyo de tus falacias.
Hoy te doy un beso
despidiendo esos días,
en que a tu lado
fuerte me sentía.
Renuncio al amor que te tengo,
a la espera de tus promesas,
renuncio a la desilusión que siento
y de todas las penas futuras me libero.